Significa recorrer paso a paso en libertad un camino que me llevó al conocimiento de mi esencia y mi potencial. Ese camino fue un proceso de muchos años; siendo ya adulta me permití explorar mi creatividad y comencé con la pintura. A través de ella plasmé en colores circunstancias de vida.
Luego la arcilla con la cual modelo poniendo mi energía para que cada forma o utensilio le llegue al que lo mira o lo usa, entregándole el placer que me provocó hacerlo.
Así llego a la escritura que me ha dado alas para seguir conociéndome y desarrollando mi espiritualidad.
Es por lo dicho que este blog lleva este nombre.

martes, 27 de noviembre de 2012

El viaje


Ella se iba de viaje. Puso un beso y un abrazo en la maleta.
Era algo que le enviaban a quien ella quería mucho.
Pero puso algo más en su valija: cositas ricas para sus seres queridos, sueños, preguntas, alegrías y tristezas.
Mientras viajaba serena hacia su Córdoba natal, dentro de la maleta había un festival. El abrazo rodeaba amorosamente a la ropa doblada prolijamente que comenzó a desarmarse ante tanta ternura.
El beso, comenzó a multiplicarse en cada cosita rica, en los sueños, las alegrías y así también transformó a las tristezas.
Cuando llegó a destino,miró su equipaje y sintió que algo había sucedido.
Al abrir la valija, la sorprendió una explosión de alegría que salía mágicamente   transformando ese beso y el abrazo en un aroma parecido al amor.
Lo invadió todo haciendo que la armonía reinara en ese viaje.
María Silvia Rodriguez 13/11/2012

Luz II

Cuando menos lo esperaba, la necedad juvenil la hizo sufrir.
Sentía que existía un abismo y no sabía como enfrentarlo; buscaba respuestas.
Fue entonces que decidió ir a la montaña, y allí, esperar.
El ascenso fue difícil con lugares en donde faltaba la luz y se preguntaba, cuál era la mejor dirección?
Su paso firme la llevó a la cima; allí el viento suave y amable comenzó a susurrarle.
Lentamente, su alma se aquietó, su cuerpo encontró equilibrio junto a la mente. Se dejó mecer por la brisa, y logró clarificar sus pensamientos.
Descubrió así, en ese encuentro interior, que si lograba la domesticación de lo pequeño, cada paso la llevaría a paliar su dolor encontrándose con la luz. 


María Silvia Rodriguez 13/11/2012

Luz I

A veces creemos que estamos en un laberinto sin salida, túnel negro.
La mente juega con nosotros y no nos deja ver.
Pero hay un instante en el que logramos hacer un viaje interior, serenando nuestras emociones.
Y así, en el momento oportuno, comenzamos a escuchar otras voces, donde el amor y la concordia nos permiten elegir el camino de la sanación.
Podemos diseñar los pasos a seguir, compartiendo las experiencias con aquellos que caminan a nuestro lado.
Es entonces, cuando afrontamos los cambios con los pies en la tierra y el corazón lleno de luz.


María Silvia Rodriguez 2/11/2012

jueves, 20 de septiembre de 2012

Hermandad

El amor se pierde en un laberinto... se ahoga... cuando las pérdidas y el dolor nos invaden.
El desafío es seguir caminando, comprendiendo y aceptando la misión que nos toca en la vida.
Construyendo puentes de amor para encontrar la salida.
La risa, los recuerdos felices, los momentos de alegría nos conectan con nuestra luz.
Ella es la que nos hace caminar con paso firme, dejando atrás la oscuridad.
Depende tan sólo de nosotros poder encontrarnos con ese hermano que tanto amamos en la luz o la oscuridad.

 María Silvia Rodriguez 2/08/2012

martes, 1 de mayo de 2012

Camino de vida


Cuando un hijo se va de la tierra que lo ha visto crecer, suceden varias cosas.

Se siente en la boca el mismo sabor que cuando mordemos una naranja amarga; pero a la vez el dulce amor de haberlo ayudado a construir su nido para poder salir al mundo.

Como una hormiga en su laberinto uno recorre la vida, viéndo los signos del crecimiento.

Su primer paseo, su corte de pelo y esa corbata nueva para sentir que el niño se hacía adulto.

Ese pequeño gran hombre comienza el camino que lo lleva a volar, a conocer otras experiencias.

Y finalmente sentimos en nuestro corazón que aunque se fué, él está siempre, siempre allí.


María Silvia Rodriguez 

Carta abierta a un diente de León


Parte I
Recorrer caminos en paisajes diferentes.
Observar el campo hasta el horizonte, luego bajar la vista y encontrarla ahí cerca de tus pies.
Sus raíces se adhieren firmes, al igual que sus hojas que se despliegan sobre la tierra.
En el medio de ellas aparece un tallo erguido, fuerte.
Coronándolo un sin fin de estrellas.
Sopla suave la brisa y cada estrella toma su camino.
Ellas llevarán en sí el deseo de volver a la tierra para renacer en una nueva y hermosa flor.



Parte II
Quería contarte también que, el diente de león es una planta medicinal que nuestros ancestros usaban para distintas curaciones.
Lo curioso es que es muy especial ya que tiene una flor amarilla que nos recuerda al sol. Otra es un copo blanco que suelta sus semillas esparciéndolas por doquier. La recuerdas? Es esa planta que encuentras al costado del camino o en el jardín de casa.
cuando ves el copo, no te pasa, que lo soplas y tienes la costumbre de pedir un deseo a cada una de las estrellas que vuelan en distintas direcciones? Y en tu corazón lo sabes, no?
Sabes que si lo pides, con todas tus fuerzas, se cumplirá.



Parte III
Hoy mirando un cuadro cuyo motivo principal es un diente de león, siento que sigues ahí; sencilla, con un encanto que trasciende el tiempo.
Las pinceladas con la que estás pintando, tienen un vínculo con la naturaleza, con la vida, el amor, la creación y la esperanza.
Porque a través tuyo sé que los deseo se cumplen y que hay siempre, en cada semilla, un nuevo renacer.



La gaviota


Hace muchos años vivía en un pequeño pueblo a orillas del mar.
Durante la semana mi trabajo no me dejaba mucho tiempo libre.
Cuando llegaba al sábado armaba una pequeña mochila con agua, algo de comida, un libro, me ponía ropa cómoda y salía a caminar recorriendo la costa.
Una mañana de sol brillante, en la primavera, caminé incansablemente hasta que encontré un parador de madera en donde decidí descansar; la soledad era absoluta.
Me senté en la terraza del mirador sobre las maderas, abrigada por el sol y la suave brisa marina.
Comí algo y dejé los restos de pan a un costado. Me dormí mecida por las olas.
Me desperté sintiendo unas suaves presencias cerca mío.
Al abrir los ojos vi a las gaviotas que picoteaban las migas del pan.
Inmóvil observé a una más pequeña que las otras que no se acercaba.
Cuando vió que las más grandes comían y caminaban a mi alrededor, lentamente se fue arrimando.
                                                                                                   
Observaba todo, con ojos de querer aprender de sus pares.
Era totalmente blanca; una cría joven que recién comenzaba a volar.
Las gaviotas adultas comenzaron a partir hacia la orilla del mar, otras lo sobrevolaban y otras caían en picada sobre él para obtener un alimento  nutricio?
Ella observaba con sus grandes ojos, se había quedado allí; a mi lado recorriendo con su mirada los distintos vuelos de sus pares.
De repente abrió sus alas he hizo un vuelo corto, como probando sus fuerzas.
   
Volvió a posarse cerca sobre un parante y me miró.
En ese contacto visual sentí que me hacía una pregunta:
¿Podré tener las fuerzas suficientes para lograr un vuelo más osado?
Ese minuto de conexión hizo que desplegara sus alas con mayor energía, voló hasta razar el mar con sus plumas y volvió al parador. Me miró; su plumaje parecía tener un realce especial.
Realizó varios vuelos cortos hasta que se posó muy cerquita mío y comió las últimas migas que quedaban.
Luego voló.
La observé maravillada hacer círculos, raer el mar hasta entrar en picada en él para obtener su alimento y salir victoriosa.
Finalmente se posó en el parador, me miró con gran intensidad, sacudió su penacho y emprendió un vuelo maravilloso hacia el horizonte en donde ya se ponía el sol.
                                      
Repetí muchas veces esas caminatas a orillas del mar y me encontraba con muchas gaviotas, pero nunca volví a ver una como ella. Era especial, espero que en sus muchos vuelos lo haya descubierto.

María Silvia       31/08/2011